Por Damian Fraser y Oscar Alcántara, Miranda Media
Como muchos asuntos en México, el manejo de la pandemia de covid-19 por parte del subsecretario de Salud, Hugo López Gatell (HLG), ha sido fuertemente politizado y polarizado. Por otro lado, su actuar también ha sido muy educativo y dinámico, asimilándose a una clase sobre cómo comunicar sobre la pandemia en tiempo real. Entonces, ¿lo ha hecho bien o mal?
Para sus seguidores, en su mayoría simpatizantes del gobierno actual, HLG combina la competencia técnica con la capacidad de explicar las políticas públicas en materia de salud al público mexicano. Entre sus logros, persuadió a un presidente recalcitrante a tomar en serio la pandemia y ceder la toma de decisiones de salud pública a los especialistas. Igualmente, logró el equilibrio adecuado entre la implementación de importantes medidas de distanciamiento social y el funcionamiento parcial de la economía, todo sin necesidad de recurrir a medidas coercitivas. El subsecretario se ha mostrado accesible no sólo en sus conferencias de prensa diarias, pero también en múltiples entrevistas largas y detalladas a múltiples medios internacionales.
Para sus críticos, en su mayoría opositores de la 4T, López-Gatell sólo sabe cometer errores. En numerosas ocasiones ha comentado que el virus ha alcanzado un máximo, sólo para que explicarse nuevamente. Ha sido criticado por la subestimación en el registro de casos y muertes, lo que ha reducido la credibilidad en su mensaje y debilitado el acatamiento de medidas de distanciamiento por parte de la población. Ha tomado una posición opuesta a la de distintos expertos en el uso de pruebas y de los estudios de contacto. Por otra parte, si bien se ha mostrado dogmático en los peligros de la comida chatarra, recientemente ha sido menos firme en su opinión en torno al uso de cubrebocas. En sus conferencias de prensas diarias, pareciera que se ha enfocado más en salvar su reputación frente a sus críticos que en la estrategia contra la epidemia.
Claramente la verdad reside en algún punto medio. El subsecretario no es ni el doctor santo que sus simpatizantes resaltan ni el títere político que sus críticos señalan. Cuando ha logrado generar la ira de aquellos en contra del cierre de la economía, (Ricardo Salinas Pliego), y de personas que abogan por medidas más drásticas (Julio Frenk), es probable es porque algo está haciendo correcto. Si bien las cifras oficiales pintan una situación difícil de defender (ver Gráfico I) también son resultado de un sistema médico abandonado por los últimos gobiernos y de una sociedad que padece de enfermedades crónicas.
Aunado a esto, la economía a principios de la pandemia ya se encontraba en una situación precaria lo que hizo básicamente imposible implementar medidas más agresivas como en Europa. En resumen, México se enfrentaría a un escenario retador sin importar quien estuviera al mando, similar al resto de países latinoamericanos, todos con gobiernos de distinta ideología.
Reconociendo que somos especialistas en comunicación y no en epidemiología, realizamos un breve recuento sobre algunos de los aciertos y desaciertos del manejo de la pandemia del subsecretario López-Gatell.
1. Fuerte liderazgo y alta visibilidad (8/10)
Desde enero, el subsecretario fue explícito al comunicar la amenaza del coronavirus, aun cuando no había llegado a territorio mexicano. A partir marzo, empezó a tomar el micrófono cada noche para informar sobre los primeros casos y decesos. Ofrecía respuestas simplificadas a partir de conocimiento científico y después de un inicio dudoso, logró obtener el apoyo del presidente para la toma de decisiones en materia de salud. Gran parte de sus mensajes han sido acertados y siempre acompañado de gráficas. Reiteradamente pidió a las personas a que permanecieran en sus casas como medida de protección para la salud de todos.
2. Énfasis en el pobre estado de salud (6/10)
López-Gatell ha reiterado los riesgos que personas con enfermedades como la diabetes y el sobrepeso pueden enfrentar en caso de contagiarse. Esto lo ha ligado con una invitación a los mexicanos a tener una vida más activa y una nutrición más saludable. Sin embargo, dado que estas enfermedades crónicas no se resuelven en cuestión de meses, el pelearse con las empresas de alimentos chatarra pareciera más como una distracción que parte de la estrategia para enfrentar le epidemia
3. Pruebas, pruebas, pruebas (4/10)
Frecuentemente, el subsecretario ha insistido que el realizar pruebas masivas resulta ineficiente para un país como México, yendo en contra de las recomendaciones de expertos internacionales y de la Organización Mundial de Salud. En su lugar, se ha enfocado en utilizar el modelo centinela basado en una muestra representativa de pruebas para inferir el número total de casos. Poniendo a un lado los méritos metodológicos del modelo, en cuestiones de relaciones públicas, ha sido un desastre. Todos sus críticos han contrastado a México con los otros países por el bajo número de pruebas realizados. La subestimación de los casos confirmados pudo haber ocasionado que la población mexicana se mostrará más relajada y que acatará las medidas de salud en menor grado. El gráfico II muestra como México ha implementado una estrategia de aplicación de pruebas significativamente menos intensiva que en otros países.
4. Exactitud de los casos y decesos confirmados (3/10)
México no sólo ha subestimado los casos confirmados (por alrededor de un factor de 8x), por falta de pruebas, sino también los decesos ocurridos. De acuerdo a investigaciones de medios internacionales y locales, hay un sub-registro en las muertes por covid-19 en gran medida porque a varios pacientes y personas fallecidas no se les aplicó la prueba a tiempo y su muerte se le atribuyo a otras causas. El conteo actual de alrededor de 41,000 fallecidos pudiera estar sub-reportado a la mitad, lo que aumentaría significativamente la tasa de letalidad del virus en México, poniéndolo incluso por arriba de países que han implementado un mayor número de pruebas, como Brasil, Perú y Chile.
5. Rapidez en la respuesta en marzo (6/10).
Al esperar hasta marzo para anunciar el cierre de actividades no esenciales, el subsecretario fue criticado por no actuar con suficiente rapidez. En su momento, él argumento que sería mejorar esperar a un punto determinado de la epidemia, dado que no se puede permanecer en cuarentena permanentemente. Por un lado, pareciera ser que su espera fue acertada ya que no se reportaron saturaciones significativas en los hospitales, sin embargo, las medidas fueron impuestas a nivel nacional con base en una realidad enfocada en el Valle de México. La consecuencia de esto, es que las medidas se introdujeron de manera anticipada en gran parte del territorio y consecuentemente dejaron de ser acatadas cuando la epidemia empezaba a incrementar.
6. Eficiencia en las medidas impuestas (5/10)
Si se contrasta con otros países, las medidas de confinamiento introducidas fueron relativamente suaves y no se hicieron respetar en varios casos. Fueron dirigidas a las empresas y a los gobiernos pero no a la ciudadanía. La problemática para México en este caso fue que un cierre de la economía al estilo europeo no hubiera sido posible dados los altos costos sociales que hubiera generado. Inclusive si se hubieran impuesto medidas más severas, hubiera sido difícil que la ciudadanía las acatara, a causa de una autoridad débil y por una gran necesidad económica de salir a trabajar. Tal como se aprecia en el gráfico III, México presenta las medidas más laxas de la región.
7. Equipo de protección y cubrebocas (1/10)
El subsecretario en ocasiones clasificó el uso de cubrebocas como inútiles e incluso perjudiciales, ya que limitaría las disponibles para los trabajadores de la salud. HLG (y especialmente el presidente) a menudo aparecen en público sin usar una máscara, dando un mal ejemplo al resto de México. Esta lógica es difícil de comprender ya que usar una máscara ralentiza la propagación de la enfermedad y no perjudica a la economía. Recientemente, el público interpretó un discurso del secretario de Hacienda y Crédito Público, Arturo Herrera, como una invitación al público a usar cubrebocas para ayudar a la recuperación económica, aunque luego se presentó en la conferencia de prensa del presidente sin una.
8. “Aplanamiento de la curva” (6/10)
López-Gatell ha subestimado constantemente la trayectoria de la enfermedad, pronosticando que los casos pico y las muertes ocurrirían en mayo, luego en junio y al final en julio. (Para ser justos, también ha dicho que sería una epidemia prolongada). En retrospectiva, debería haber explicado mejor que el objetivo de aplanar la curva era reducir la tasa de crecimiento y evitar lo que hubiera ocurrido si no hubiera habido medidas de distanciamiento social. Afortunadamente, México no fue testigo de las trágicas escenas de hospitales saturados como las que se vieron en Italia y España, por lo que se puede argumentar que la estrategia de aplanamiento fue exitosa. Dicho esto, el uso constante del término “aplanar la curva” y “haber aplanado la curva” fue entendido por muchos como un sinónimo de la reducción en el número de casos nuevos, lo que aún no ha sucedido a nivel nacional y minó la credibilidad general de las autoridades sanitarias.
9. Voz federal y regional coherente (6/10)
Aunque hay varias situaciones en las que los mensajes entre las autoridades locales y federales no empatan, una que resalta fue cuando la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, anunció, con una semana de antelación, que la Ciudad de México pasaría a la fase naranja en el sistema de semáforo epidemiológico. Lo que más llama la atención, es que dicha decisión dependía de una serie de factores que todavía no ocurrían, como la ocupación hospitalaria de los días por venir. De manera similar, el apoyo por parte de autoridades locales del uso de cubrebocas y su rechazo por parte del subsecretario federal, generaron mensajes confusos para la población.
10. Claridad del mensaje de reapertura (5/10)
En su mensaje por regionalizar las medidas de confinamiento, la Secretaría de Salud implementó un sistema de semáforo, el cual, basado en ciertos criterios, cada estado debe de seguir un mínimo de lineamientos y restricciones a aplicar, con la posibilidad de incrementarlos, pero no reducirlos. Para que el semáforo fuera exitoso, el gobierno federal debía de mantenerse consistente con los criterios y metodología. Sin embargo, un cambio en las reglas durante su segunda semana de operaciones, ocasionó que 16 estados reabrieran su economía. Sin dicha modificación, 15 estados hubieran mantenido gran parte de los negocios cerrados. El uso discrecional del semáforo, posiblemente presionado por los gobernadores, ha generado confusión y disminuido su efectividad.
Fuente de la imagen:
De Leon, G. (2020, July 23). La Liga de López-Gatell. Retrieved July 24, 2020, from https://www.eluniversal.com.mx/opinion/gerardo-velazquez-de-leon/la-liga-de-lopez-gatell